El periódico “Sanatorio”.
365 días de mejoría, 12 meses de recuperación, cada uno con un título distinto, escribiendo y anotando estuve yo.
365 días de mejoría, 12 meses de recuperación, cada uno con un título distinto, escribiendo y anotando estuve yo.
Es lío mortal, terrenal compartido. Lazos vacíos.
Años de elecciones. Sapos y tiradores, llenan las calles de falsas ilusiones. Somos títeres de su obra de lechones. Despierta boricua, ellos son los impostores.
Sonidos ásperos e irritantes, en noches donde reina la escasez; insectos comen de mí, incesantes; así, de una vida, la sencillez.
El húmedo calor me atormenta y en la cama que entero me consume mi mente visiones me alimenta de nuestro país en vivo desplume
Cabello despeinado, ojitos apagados, ánimos oscuros, cuerpo flacucho, ojeras opacas, mente espaciada. No siento nada. Estoy desahuciada.
En los campos plenos de olivos, donde tranquilos eran antes, hoy solo restan subversivos de llanto y suplico constantes.
Café sus ojos, contagiosos de amor. Preciosos ojos, que sanan mi dolor.
¡Oh, tú, que nos escuchas, fuerza obrera, se acerca la revolución! El capitalismo no quiere objeción. El burgués nos quiere entera.
Que traguen sus palabras maliciosas, y sus amenazas odiosas. Seamos la aseveración, pues la unión obrera es la solución.
Canto dulce, pero crudo que en las noches aguarme pudo como memorias conocidas de caricias comprendidas.
Nombrarte puedo y recordarte quiero, pero rostro y voz olvidados hacen de ti anhelos llevados. Pero aun así al día de verte espero.
Entre tablones de márgenes variantes, pueblo perdido. Un arrabal fétido con entradas de cieno.
—Iusef